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¿Qué es el pH de tu piel?
El pH -abreviatura de potencial de hidrógeno- es un parámetro que indica la concentración de iones de hidrogeno [H]+ que existen en una solución. Dicho de otro modo, es una unidad de medida que nos indica el grado de acidez de una solución.
Los valores varían en una escala que va de 0 hasta 14. Así, tenemos un pH neutro cuando su valor es 7, los valores menores a 7 son valores ácidos y los valores básicos, o alcalinos, son los que están por encima de 7. Es por eso, que es muy importante el Ph para el cuidado de nuestra piel.
La piel es el órgano que constituye nuestra principal barrera de defensa contra el medio ambiente y las infecciones. Por tanto, es muy importante el papel del pH para que funcione correctamente esta barrera de defensa.
En la superficie externa de la piel, recubriéndola, está el conocido como manto ácido, una emulsión de agua y lípidos formada por la mezcla de ácidos grasos que provienen de las glándulas sebáceas, con las secreciones de las glándulas sudoríparas. Como su nombre indica, este manto es el que aporta la acidez a la piel, que generalmente tiene un pH cercano a 5.5.
El manto ácido es el que aporta la acidez a la piel, que generalmente tiene un pH cercano a 5.5.
Puede variar ligeramente según la zona, el estado y los cuidados que le procuremos. La piel de los pliegues inguinales, de las axilas y de la zona interdigital tiene un pH algo más alcalino, lo que la hace más vulnerable a las agresiones externas.
¿Qué ocurre si hay alteraciones del pH?
Si sube y se vuelve más alcalino, el equilibrio se altera, las enzimas cutáneas pierden su actividad, la piel se seca, pierde agua y no puede formar los lípidos que necesita. Además, la función barrera se altera, queda más desprotegida ante las infecciones, aparece picor… Si baja y se acidifica demasiado se produce inflamación y enrojecimiento de la piel.
Todo lo que se ponga en contacto con la piel puede afectar al equilibrio del pH: productos de limpieza, de cuidado, la contaminación, el agua, el sol, el humo del tabaco, etc.
Los productos limpiadores (jabones, champús, geles, …) son generalmente neutros o básicos y su uso afecta al pH del manto ácido, alcalinizándolo. Tras el uso de un producto de limpieza alcalino, transcurren entre 2 y 12 horas para volver a alcanzar el equilibrio. Por tanto, nuestra piel necesita productos limpiadores suaves con pH ácido para no debilitar el manto ácido.
En el caso de la limpieza facial es fundamental. Además, es recomendable terminar la rutina de limpieza con el empleo de un tónico, pues este producto ayuda a que la piel del rostro mantenga el equilibrio de pH.
Ahora que ya sabes por qué hay productos que no le sientan bien a tu piel y cómo conseguir regular su pH, ¿a qué esperas para empezar a cuidar tu piel de la manera adecuada?